Hace un mes, un artículo en Devex describió el riesgo de fragmentación planteado por la explosión de nuevos mecanismos internacionales de financiación de la educación, especialmente dado que el conjunto de fondos sigue siendo el mismo. Sin embargo, el riesgo de fragmentación no parece aplicarse solo a los mecanismos de financiación. La falta de cooperación también es cada vez más evidente en la producción de los datos educativos internacionales.
En febrero, el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU), organismo custodio de la mayoría de los indicadores sobre las metas internacionales de educación, anunció que 263 millones de niños y jóvenes no fueron escolarizados en 2016. Mientras la comunidad internacional espera la publicación de los nuevos datos para 2017, el 26 de septiembre, según el calendario mejorado que el IEU acordó recientemente con los países, UNICEF hoy ha publicado un “informe para los medios”, que afirma que hay 303 millones de niños y jóvenes fuera de la escuela, o 40 millones más de lo que se había estimado anteriormente.
¿Ha habido una repentina emergencia o crisis? algunos podrían preguntar. No. Este nuevo cálculo simplemente se ha hecho incluyendo a los niños de 5 años, que no es la forma en que la comunidad internacional acordó estimar la población mundial fuera de la escuela. La crisis es solo un artilugio de mercadotecnia del UNICEF.
Es cuestionable cuán útil es que una agencia de la ONU vuelva a ajustar los cálculos del año pasado solo una semana antes del lanzamiento sobre 2017, confundiendo así a las audiencias sobre en qué números confiar. Entonces, ¿qué está pasando? Las agencias de la ONU se enfocan en ciertas áreas de trabajo para mantener la claridad y evitar la duplicación. El ACNUR es la “Agencia de Refugiados”, por ejemplo. El UNICEF es el Fondo de Emergencias para Niños. El UNICEF no tiene el mandato para divulgar datos sobre las poblaciones no escolarizadas. Pero ha mostrado un interés reciente e inesperado en la “juventud”, que este “informe para los medios” intenta subrayar.
Una fragmentación de esta naturaleza no se limita solo a los datos sobre los no escolarizados. Actualmente, el Banco Mundial está destinando recursos al Proyecto de Capital Humano que llama a los países a “entender el vínculo entre la inversión en las personas y el crecimiento económico, y acelerar el financiamiento de las inversiones en el capital humano”. Un nuevo Índice de Capital Humano (ICH) apoya a este proyecto, e incluye la sobrevivencia y la salud, pero también dos indicadores de educación: los años esperados de escolarización y los resultados armonizados de aprendizaje.
Pero el Banco Mundial no ha solicitado los datos para estos dos indicadores del IEU. Por el contrario, afirma que el primer indicador es una versión ligeramente mejorada de uno ya producido por el IEU. Y, lo que es más controvertido, duplica los datos para el segundo, que es un indicador global del ODS 4, para el cual el IEU tiene un mandato internacional de medición. En los últimos tres años, el IEU ha intentado lograr un consenso sobre una medida global sobre los resultados del aprendizaje, lo que requiere un análisis técnico y una negociación política cuidadosos. Pero el nuevo ICH ignora todo esto.
Más allá del IEU, uno podría preguntarse qué impacto tendrá el nuevo Índice del Banco Mundial y qué agregará al influyente Índice de Desarrollo Humano que el PNUD ha producido desde 1990.
El marco de seguimiento de las metas de educación global ya tiene 43 indicadores. Nadie puede pensar honestamente que, a estas alturas, se necesiten más. Si se requieren mejoras metodológicas, existen mecanismos para realizarlas, tanto a nivel del sector educativo como a nivel mundial. Una mejor estrategia sería apoyar esos mecanismos y aquellos encargados de perfeccionar los indicadores que tenemos y obtener los datos para medirlos.
Este tipo de trabajo se puede llamar un “bien público mundial”, que trasciende las fronteras y proporciona beneficios para todos. A principios de este año publicamos un documento sobre dichos bienes en la educación, que analiza tres tipos en particular: datos, investigación y redes. Como dijimos al publicar el documento: es importante resistir enfoques fragmentados, a corto plazo, basados en proyectos que pondrían en riesgo la entrega de bienes públicos mundiales.
Por supuesto, siempre son bienvenidas nuevas contribuciones al debate sobre los datos de educación. Pero los datos mundiales no solo son para ser expuestos. Son vitales para informar a los líderes mundiales y nacionales sobre el estado del progreso de la educación. Diferentes cálculos y suposiciones, aunque útiles para llamar la atención de la prensa a corto plazo, no ayudan. Se suman a la proliferación de piezas conflictivas de información y envían mensajes mixtos a los países.
Fuente: El Blog de la Educación Mundial
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