Chile inició su “proceso de cambio” el mismo fin de semana que en Bolivia se votaba en la elección que lo cambio todo: el 20 de octubre de 2019. Unos jóvenes que intentaron colarse en el subte y fueron brutalmente reprimidos prendieron una mecha que amenaza con dinamitar la habitualmente ensalzada “estabilidad” de Chile, pero que venía a esconder una sociedad tremendamente desigual y con grandes bolsones de pobreza.
La catarsis fue completa, millones de personas bajaron por la Alameda hasta La Moneda y rebautizaron la plaza como “Plaza de la Dignidad”, y durante todo ese verano se sucedieron concentraciones, marchas y actos simbólicos entre una gran represión de los carabineros, pero que obligó a los políticos a tomar medidas de fondo.
Visto desde Bolivia todo parece poco. En el tiempo en el que a este lado de los Andes se tumbó a un presidente, se reprimió con bala, se convocó una nueva elección, la presidenta pasó de transitoria a candidata, explotó una pandemia, el gobierno interino se salpicó de corrupción, se cambió la fecha de elecciones tres veces, se eligió a Luis Arce, volvió Evo Morales al país, se metió en la cárcel a Jeanine Áñez y ya se especula sobre un referéndum revocatorio para el propio Arce, en Chile se “logró” la elección de una Asamblea Constituyente con tareas limitadas que recién ha empezado a trabajar mientras Piñera ha agotado sin mayores contratiempos su gestión.
Polarización y turbulencias
En menos de un mes – el 21 de noviembre -, Chile elegirá un nuevo Presidente y pase lo que pase, se espera rompa con la tradicional democracia pactada que ha alternado a los conservadores y a “la concertación” en el poder después de la caída del régimen de Pinochet, aunque lo de la caída es figurativo a tenor de las protestas y los hechos.
Chile siempre ha sido puesto de ejemplo por las potencias hegemónicas por su “modélica transición” de la dictadura a la democracia, algo que no comparten los millones de movilizados, que más vieron la transición como una ligera evolución sin mover los principales pilares y poderes instalados durante la dictadura, donde la impunidad ha sido la tónica.
Chile, como la mayoría de los países sudamericanos, es un país de Estado débil, aunque más institucionalizado que en otros países, donde el liberalismo es la doctrina que se aplica a todo, también a los servicios básicos de salud y educación. En algún momento los viejos políticos de izquierda – no allendistas precisamente – que sobrevivieron a la dictadura y que se organizaron en lo que se ha venido a llamar “la concertación”, como Ricardo Lagos o la propia Michelle Bachelet, se justificaron asegurando que la política concesionaria sirvió precisamente para construir infraestructuras que Chile no tenía – autopistas, escuelas, hospitales – y que eso tuvo un costo. La “primavera chilena” lo cuestionó profundamente, pues para las clases medias supone una hipoteca permanente de vida y un costo demasiado alto que no permite la movilidad social y donde la protección social no existe.
Al otro lado está Sebastián Piñera, multimillonario dueño de múltiples negocios, entre ellos mineros y audiovisuales, que ha ocupado la presidencia dos veces y en ninguna le ha ido demasiado bien. Acaba de aparecer en los papeles de Pandora como otro usuario habitual de paraísos fiscales, es decir, de evasor de impuestos aun siendo presidente, pero eso no lo ha movido de su cargo, como no lo movieron las protestas, ni las brutales represiones, ni la pandemia – donde vio la oportunidad de ahogar las protestas -, ni nada.
Formalmente en Chile hay siete candidatos a la Presidencia, pero como país más “europeizado”, las corrientes de voto giran sobre dos candidatos de polos opuestos y que marcan tendencia en todo el globo: una izquierda más joven y utópica que busca reformar el sistema y una ultraderecha más dispuesta a llevar la retórica anti-Estado a la práctica, además de otros planteamientos de corte liberal pero pro-vida.
Así está la carrera
El escenario está abierto, los indecisos van entre 16, 20 y 50%, según tres encuestadoras, y ningún candidato tiene por ahora el capital electoral para lograr vencer por rotunda mayoría el 21 de noviembre próximo: repuntan por ahora en los sondeos, con 21%, el joven diputado de 35 años, Gabriel Boric, representante de la coalición Frente Amplio, y el abogado ultraderechista José Antonio Kast, del Partido Republicano.
La única mujer en la contienda, la democristiana Yasna Provoste, avanza sólida al tercer lugar y se desvanece quien hasta hace dos semanas era la pieza fuerte de la coalición del gobierno, el derechista Sebastián Sichel.
Cualquiera de estos cuatro nombres puede alcanzar la segunda vuelta del 19 de diciembre y aunque los sondeos llevan sonados desaciertos desde 2019, todos coinciden en pronosticar una definición final con Boric.
«La segunda vuelta es prácticamente un hecho. La incertidumbre está en quiénes pasarán a esa segunda vuelta», le dijo a la agencia AFP, Mauricio Morales, analista político de la Universidad de Talca.
«Me parece claro que Boric va a pasar a segunda vuelta, pero yo no descarto que entre Provoste y Kast haya alguna competitividad. Habrá que ver qué pasa en los próximos debates y con el 16% de indecisos», aseveró Javier Couso, académico de la Universidad Diego Portales (UDP).
El sorpresivo repunte en los últimos días de Kast, un exdiputado de 55 años que ha reivindicado la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), coincidió con la caída en las encuestas del Sichel, expresidente del Banco Estado y candidato del presidente Piñera, criticado tras admitir haber sacado el 10% de su fondo de pensiones durante la crisis por la pandemia del Covid-19 pese a que siempre estuvo en contra de este retiro por considerarlo «una pésima política pública».
En Bolivia las relaciones son nulas con Chile
Desde que el 1 de octubre de 2019 se perdiera el contencioso en La Haya contra Chile por el derecho soberano al mar, las relaciones entre ambos países han tendido a cero. En Bolivia se hizo alguna interpretación sobre que la sentencia deja la puerta abierta a la negociación, pero Piñera no ha vuelto a buscar relaciones diplomáticas y tampoco Jeanine Áñez en su momento buscó abrir ese frente por las complejidades.
Luis Arce directamente no ha establecido ninguna relación con Sebastián Piñera y se ha ubicado en las posiciones ideológicas contrarias. Proyectos como el tren bioceánico, el tren La Paz Arica o los constantes choques en los puertos del norte de Chile para el transporte boliviano siguen en el limbo y no se prevé ningún acuerdo en el corto plazo.
El Gobierno de Luis Arce ve con mejores ojos la victoria de Gabriel Boric por el hecho de ser el representante de izquierdas con el que en principio se superpone una mayor afinidad ideológica, aunque Boric representa una izquierda más ortodoxa y no el proyecto popular del MAS. El asunto de la cesión de soberanía por el tema marítimo no está en la agenda y no lo estará, aunque en algún momento el otro gran candidato, José Antonio Kast, lo incluirá en la discusión.
En Chile se estima una comunidad de unos 120.000 bolivianos de los que unos 70.000 tienen derecho al voto. En general la comunidad migrante en el país transandino es pequeña como para condicionar la elección, si bien el tema de la migración está siendo uno de los ejes de la campaña impulsada por Kast.
Los Pandora Papers acaban por lastrar a Piñera
El presidente Sebastián Piñera apareció en los “papeles de Pandora”, la mayor investigación de fortunas ocultas en paraísos fiscales de la historia y que ha desvelado el nombre de miles de ciudadanos en todo el mundo que recurren a estas prácticas bien para pagar menos impuestos o bien para eludir declarar sobre el origen de los fondos.
El caso viene a cerrar una segunda gestión del presidente marcada por las protestas y por la pandemia, donde Piñera no ha podido desarrollar su plan de gobierno. Diferentes analistas señalan que sus estrategias cambiantes son las que han alimentado la contienda electoral polarizada que se prevé para este año.
La Fiscalía chilena anunció el 8 de octubre una investigación contra el presidente de Chile luego de la publicación que lo implica con irregularidades por la venta de sus acciones en las Islas Vírgenes Británicas, de un megaproyecto minero a desarrollar en el norte del país trasandino. La oficina del presidente dijo que «era difícil de comprender» la decisión de la Fiscalía y aseguró que los hechos ya habían sido investigados y «sobreseídos».
En paralelo, la oposición presentó una moción de censura para destituir al Presidente por esas mismas razones. «Las causales de esta acusación constitucional son dos: una, porque el presidente ha infringido abiertamente la Constitución en relación al principio de probidad, y, en segundo lugar, por comprometer gravemente el honor de la Nación», anunció el diputado socialista Jaime Naranjo.
La compraventa del polémico proyecto minero Dominga viene generando controversia en Chile desde hace años por su cercanía al archipiélago Humboldt, un conjunto de ocho islas e islotes que resguardan uno de los ecosistemas más ricos del mundo.
Además de la creación de una mina a cielo abierto, el plan incluye la construcción de un puerto propio para exportar su producción y una desalinizadora para no utilizar la escasa agua dulce de la zona, según Andes Iron, la empresa responsable.
Según el portal LaBot, uno de los medios investigadores de los Pandora Papers, la familia Piñera era la mayor accionista del proyecto Dominga hasta 2010, cuando el político llevaba 9 meses en el poder en su primera presidencia.
Ese año, el empresario Carlos Alberto Délano, amigo de infancia de Sebastián Piñera, compró la participación de todos los otros socios por 152 millones de dólares.
Tres candidatos apuran opciones
Gabriel Boric
El candidato del Frente Amplio, mayoritariamente de izquierdas, es Gabriel Boric, un político chileno, egresado de Ciencias Jurídicas y Sociales. Actualmente es diputado por el distrito electoral número 28, correspondiente a la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena, para el periodo 2018-2022. Favorecer la igualdad y el acceso a los servicios públicos es la matriz de su propuesta.
José Antonio Kast
El candidato de la ultraderecha, surgido en respuesta a las marchas aglutinando a los sectores más reaccionarios que critica fuertemente a Piñera es José Antonio Kast Rist, un abogado y político chileno de origen alemán, presidente del Partido Republicano, exdiputado y candidato presidencial en las elecciones de 2017 y de 2021. Ejerció como concejal de Buin entre 1996 y 2000, y como diputado entre 2002 y 2018
Yasna Provoste
En medio de la polarización ha surgido la figura de Yasna Provoste Campillay, una profesora de educación física y política democratacristiana chilena de ascendencia diaguita. Es la candidata de la coalición de centroizquierda Nuevo Pacto Social a la elección presidencial de noviembre de 2021. Su buen tono le ha abierto espacios en el centro y puede ser la gran revelación si logra auparse hasta la segunda vuelta.
FUENTE: EL PAÍS
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