Se trata de una asociación de educadores que con terapias psicológicas practicadas a través de dibujos trabajan con niños expuestos a la violencia. Las sesiones los ayudan a mejorar su rendimiento escolar.
La Asociación de Educadores Solsticio Bolivia fue fundada el año 2007 gracias al apoyo de la congregación francesa Hermanas de la Caridad de Nevers, que financiaba el proyecto orientado a unos 250 escolares de El Alto que recibían apoyo psicológico para enfrentar de mejor manera los numerosos problemas que se les presentaban cotidianamente, tanto en su hogar como fuera de él.
Sin embargo, Solsticio, que funcionó con mucho éxito durante más de una década, perdió el financiamiento que le permitía colaborar a los niños de El Alto y ahora lucha por sobrevivir.
Carlos Garay, psicólogo y director de Educadores Solsticio Bolivia, señala que su entidad está en busca de nuevos financiadores para que el proyecto de apoyo gratuito a niños de la ciudad de El Alto siga en marcha y no se cierre definitivamente.
Esta asociación brindaba apoyo psicológico gratuito a los alumnos de dos unidades educativas de la ciudad de El Alto: Bolívar Municipal y Horizontes. Las terapias se realizaban dos veces por semana, durante una hora.
Las sesiones tenían como soporte fundamental el dibujo, que ayudaba a que los pequeños identificaran el tipo de violencia con la que convivían.
“La terapia puede ayudar a modificar el comportamiento de los niños, además de afianzar su autoestima y entender mejor su entorno”, explica Garay.
“Tuvimos una experiencia muy buena, pero se cerró el proyecto y quedaron 250 niños sin atención”, lamenta.
Misión difícil
Garay señala que los esfuerzos realizados hasta ahora para encontrar los financiadores que permitan que Solsticio siga caminando no están dando muy buenos resultados.
“Este año hemos tratado de reactivar (el proyecto) y de buscar instituciones que puedan financiar. Hemos presentado el proyecto a otros financiadores, pero realmente ha sido y es muy difícil”, expresa.
Sin embargo, el psicólogo asegura que seguirán en el empeño y luchando para mantener en pie el proyecto que tiene sumados varios aportes y logros.
Problemas de aprendizaje
Actualmente, la Asociación de Educadores Solsticio Bolivia cuenta con un equipo de trabajo formado por dos psicólogos, dos profesores, una coordinadora (la hermana Betty, que dejó Bolivia al concluir el financiamiento) y el director Carlos Garay.
El apoyo de Solsticio estaba dirigido a niños de nivel primario con dificultades de aprendizaje, que generalmente se originan en el entorno familiar, en el que, por lo general, está presente la violencia intrafamiliar, que genera trastornos emocionales en los chicos y bajo interés por aprender los contenidos impartidos por los profesores.
En la escuela, muchos de los chicos se tornan agresivos, mientras que otros, por el contrario, tímidos e impasibles. El psicólogo Garay y su equipo ayudaban a estos pequeños, a través de la terapia con dibujos, a enfrentar esos problemas.
Antes de iniciar el trabajo con cada uno de los niños, la asociación esperaba la valoración del profesor a base del rendimiento y calificación que obtenía el pequeño. De esa manera, se comenzaba a aplicar la ayuda psicológica y escolar para superar las dificultades de aprendizaje.
La terapia implica agrupar a los niños por el grado de dificultad que tienen. Con el tiempo los chicos que se beneficiaron con la ayuda de Solsticio mostraban importantes mejoras en su escritura y niveles de comprensión.
El director de la entidad explica que el proyecto trabajaba con tres pilares: los padres (principalmente la madre de familia), el profesor y el niño.
“Si tú sólo trabajas con el niño, éste igual no aprende porque muchos de los problemas son originados en las familias”, asegura Garay. Los profesores son quienes evalúan el trabajo y avance de los chicos.
Escuela de padres
Durante los 10 años que la Asociación de Educadores Solsticio Bolivia trabajó en la ciudad de El Alto también formó una escuela para padres, en la que incidía en los progenitores, de manera individual o grupal, en la condiciones que deben propiciar para el desarrollo de los hijos, sobre todo las que tienen que ver con el factor emocional.
“Un padre debe preocuparse por el niño, darle afecto y cariño. Un niño querido es diferente de un niño maltratado. El rendimiento académico y la situación emocional es diametralmente diferente en ambas situaciones. Se nota cuando el niño va a la escuela bien cuidado, llevando su tarea; mientras que otro va sin material escolar y no lleva la tarea”, afirma Garay.
“Muchas veces, en la casa no hay quién tome en cuenta al niño, quién le revise la tarea y eso genera un problema afectivo. Los problemas más serios se presentan cuando el niño es víctima de abuso físico dentro de su familia, o incluso acoso sexual”, añade.
Garay asegura que en la escuela de padres generalmente la respuesta de los progenitores siempre fue positiva. Un aliento más para que el proyecto pueda seguir viviendo.
“Es positivo ver cuando se dan cuenta de cuál es su responsabilidad en el proceso educativo de sus hijos, ellos reaccionan. De todos modos, siempre hay padres que nunca van a la escuela y eso requiere un tipo de atención especial. Por ejemplo, ir a cada casa, a veces en la noche”, comenta.
Es que ese trabajo también lo realizó la Asociación de Educadores Solsticio Bolivia.
Garay continúa recapitulando el trabajo que realizó Solsticio y dice: “A veces un padre de familia no se da cuenta de su actitud y necesita un observador externo que pueda ayudar a cambiar su comportamiento”.
Al referirse a los niños que pudieron ayudar, considera que Solsticio logró resultados positivos. “Cuando los papás entienden el problema y se comprometen con sus hijos en el proceso educativo, se produce un cambio en el niño y en la familia”, afirma.
Fuente: Página Siete
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