En América Latina, las discusiones sobre educación y género son diferentes. Aquí, como se discutió durante un reciente taller convocado por la UNESCO para las partes interesadas clave de la educación en Brasilia, la brecha de género es a expensas de los niños, especialmente en el nivel secundario y para las familias más pobres.
El reciente documento de política del Informe GEM muestra que en América Latina y el Caribe, por cada 100 mujeres, 96 hombres completan la primaria, 94 completan el 1er ciclo de secundaria y 91 completan el 2o ciclo de secundaria, mientras que solo 83 asisten a algún tipo de educación postsecundaria.
Este no es un fenómeno nuevo: las disparidades en la educación secundaria han persistido en América Latina y el Caribe durante al menos 20 años.
Tasas de finalización del 1er ciclo de secundaria en América Latina y el Caribe, por género
Fuente: World Inequality Database on Education
Diferentes factores mantienen a los niños y niñas fuera de la escuela
El análisis del Informe GEM argumenta que dos amplios conjuntos de factores se combinan para dejar a los niños rezagados.
En primer lugar, la pobreza y la necesidad de trabajar es quizás el principal factor que impide que los niños continúen su educación o que asistan de manera irregular y eventualmente abandonen la escuela. A diferencia de otras partes del mundo, los niños pobres tienden a cargar el peso de la marginación educativa en muchos países de América Latina y el Caribe. En Honduras, mientras que solo 65 hombres completaron el 2º ciclo de educación secundaria por cada 100 mujeres, solo 27 hombres pobres lo hicieron por cada 100 mujeres pobres en 2011.
Tasas de finalización del 2º ciclo de secundaria en Honduras por género y pobreza
Fuente: World Inequality Database on Education
Cuando el ingreso de un hogar pobre cae de manera repentina, la familia puede responder retirando al niño de la escuela secundaria para que pueda ganar dinero. E investigaciones de Brasil y Jamaica encontraron que los niños tienen más probabilidades de encontrar trabajos manuales y de construcción, que no requieren la finalización de la educación secundaria.
En segundo lugar, un ambiente escolar negativo puede ser un factor que debilita los lazos de los niños con el sistema educativo y en última instancia los expulsa de él. Los métodos de enseñanza tradicionales y los currículos tienden a reforzar los estereotipos de género y mantener el estatus quo.
Desafortunadamente, las escuelas con demasiada frecuencia pueden ser espacios donde los niños están expuestos a normas rígidas y violentas y, como se ha observado en Jamaica y Trinidad y Tobago, la violencia física y el acoso escolar pueden provocar un círculo vicioso de desvinculación de la educación y participación en pandillas escolares.
Pero tanto el factor de atracción del mercado laboral como el factor de expulsión de la comunidad escolar no son neutrales. Por el contrario, se pueden remontar a las normas de género prevalecientes en la sociedad, que crean expectativas específicas sobre la manera en que deben comportarse los niños. Las normas de género son perpetuadas, directa o indirectamente, por los sistemas educativos. Un currículo oculto genera sesgos de género en las representaciones de los libros de texto y en las prácticas de enseñanza. Estas normas y creencias que tradicionalmente se asocian con la exclusión de las niñas también pueden afectar negativamente a los niños.
Cultivando prácticas de la región
Los países de la región han adoptado muchos enfoques para abordar este desequilibrio.
Las transferencias de efectivo condicionadas a individuos o familias, siempre que un niño esté inscrito en la escuela y asista a ella regularmente, pueden compensar no solo los costos escolares directos, como honorarios, uniformes y libros, sino también los costos de oportunidad para los hogares pobres. En Jamaica, los niños que viven en áreas urbanas que recibieron transferencias de efectivo en el marco del “Programa de progresión a través de la salud y la educación” (PATH, por sus siglas en inglés) obtuvieron mejores resultados que los no beneficiarios (+4%) en el Examen de Rendimiento de Sexto Grado. El mejor rendimiento escolar contribuyó a que los niños recibieran plazas en escuelas secundarias de mayor calidad. PATH es uno de los pocos programas que varían según el grado y el género, y los niños en los grados superiores de la escuela primaria reciben mayores estipendios.
Los enfoques “de toda la escuela” que abordan el entorno escolar en general y su comunidad también pueden ayudar a promover un cambio sostenible. Los programas educativos cara a cara con niños y hombres jóvenes se han extendido más allá de las escuelas en una variedad de entornos, desde clubes y equipos deportivos hasta lugares de trabajo y otras instituciones.
En Brasil, gracias a la iniciativa gubernamental Escola Alberta, las escuelas ofrecen talleres para jóvenes los fines de semana para contrarrestar los altos niveles de violencia en las comunidades urbanas. Las actividades culturales, artísticas y deportivas se combinan con talleres sobre diversidad, derechos y ciudadanía. Las evaluaciones del programa indicaron varios resultados positivos, incluida una reducción de algunas formas de violencia y robo en las escuelas.
Otro conjunto de iniciativas en Brasil fue establecido por el Instituto Promundo, una organización de la sociedad civil. El programa H incluyó sesiones de educación grupal, campañas dirigidas por jóvenes y activismo para transformar los estereotipos de género entre los hombres jóvenes. El programa M ayudó a las mujeres jóvenes a desafiar estereotipos profundamente arraigados. Ahora adoptado en más de 20 países, ha sido elogiado como una mejor práctica en la promoción de la igualdad de género. Las evaluaciones de los talleres educativos del Instituto Promundo con hombres jóvenes para prevenir la violencia de género y promover la igualdad de género en Brasil, Chile, India y Rwanda encontraron cambios significativos en las actitudes de género equitativas, así como disminuciones significativas en la violencia contra las parejas femeninas reportada por los participantes.
Estos ejemplos de la región demuestran que es posible involucrar a hombres y niños en el cambio de las normas de género y realizar cambios significativos de actitud y comportamiento. Aprender unos de otros, como sucedió el 26 de junio en el evento en Brasilia, es crucial para difundir buenas prácticas y encontrar soluciones que funcionen.