Este «estudiante de alta capacidad cognitiva», como lo califica la UNAM, cursará la licenciatura de física biomédica en la Facultad de Ciencias a partir del próximo lunes, siendo el primer alumno niño inscrito en una licenciatura de la universidad.
A sus 12 años y con un peluche bajo el brazo, Carlos Antonio Santamaría iniciará una licenciatura en física biomédica en la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México. Este alumno, el más joven que ha tenido la máxima casa de estudios, sueña con curar al mundo.
«Mi objetivo primario, en la primera investigación que quiero hacer (…) es dejar la base para que médicos y biólogos puedan resolver los problemas biológicos que tenemos», explicó Carlos ante decenas de cámaras y micrófonos durante una conferencia este viernes en la rectoría de la universidad pública.
«Si logramos construir una célula que se mantenga por sí misma, organelo por organelo, podemos resolver cualquier enfermedad. Porque si funciona perfectamente todo lo que hace una célula normal, significa que sabremos todo lo necesario sobre ella para resolver sus enfermedades», dijo, con una sonrisa que deja ver los dientes de leche que ha perdido.
Este «estudiante de alta capacidad cognitiva», como lo califica la UNAM, cursará la licenciatura de física biomédica en la Facultad de Ciencias a partir del próximo lunes, siendo el primer alumno niño inscrito en una licenciatura de la universidad.
Carlos asegura que llegará a las aulas con «hambre de aprender», mientras que su madre, Arcelia Díaz, está pendiente de que «coma su fruta» de lonche.
«Voy a llevar mi peluche a clases», asegura Carlos a la AFP, refiriéndose a su puma, la mascota del club universitario de fútbol.
Aunque este deporte no es su favorito, es hincha del equipo. Le gustan los juegos de construcción Lego y los videojuegos. La convivencia con otros niños le es «un poco más difícil», pero disfruta relacionarse con sus compañeros de escuela adultos.
«Preferiría empezar a obtener la más información posible de los veteranos para empezar a construir este rompecabezas tan grande que ninguna computadora ha podido resolver» en la física biomédica, comenta este pequeño.
«Niños como yo»
Antes de llegar a la licenciatura, Carlos y sus padres tuvieron que recorrer un viacrucis por escuelas con «ambiente hostil» que no favorecieron los estudios del niño.
Paradógicamente, fue en el Instituto Nacional de Educación para Adultos que logró terminar la primaria y secundaria con tan solo dos exámenes. Más tarde, tras mucho batallar, pudo presentar el examen del Colegio de Bachilleres.
«Fue cuando nos dimos cuenta que no dejar entrar a un niño a la prepa o la universidad es discriminación, igual que discriminar a un negro, una mujer, o un chino», lamentó Carlos, quien desde los ocho años tomó cursos de química analítica, bioquímica y biología molecular, mientras obtenía sus títulos de educación básica.
«Tuvo que hacer exámenes de adulto, que tampoco es lo correcto y es lo que Carlos aboga, que se hagan exámenes para niños», dijo su padre, Fabián Santamaría.
En la UNAM quiero «abrir un grupo de niños como yo, dar una prueba para todos los niños que se quieran inscribir (…) Transmitir lo que yo sé, pero no como un profesor, sino como otro alumno que nada más está ayudando a los demás a alcanzar lo que yo he logrado», explicó Carlos.
Visión política
Para este unigénito, «la ciencia es un arma de triple filo. Es la llave para el avance, (pero también) para la opresión, la destrucción, y una llave para la felicidad».
«Si comprendes cómo funciona tu entorno es más fácil que seas feliz con él», dijo.
Con la misma templanza, estimó que México está «en el hoyo, en una tormenta», principalmente por «la falta de educación», y pidió al presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, «que no cometa los errores de los presidentes anteriores, que no provoque revoluciones ni nada por el estilo».
A los congresistas entrantes pidió «que piensen más en las minorías, que piensen en México como un todo (…) Lleno de personas con aspiraciones y lleno de personas que no tienen aspiraciones porque no se les da las oportunidades».
Cuando no está enfrascado en sus libros de escuela, a Carlos le gusta leer documentos de divulgación científica y literatura clásica.
«El otro día estaba leyendo Don Quijote (de la Mancha) o Cien años de soledad», cuenta con sus lentes colgados alrededor del cuello, mientras enrolla los dedos en su cabello negro.
En el ciclo escolar 2015-2016, hubo 701 aspirantes a ingresar a la licenciatura de física biomédica en la UNAM. De cada 23 estudiantes que demandaron la carrera ingresó uno, según cifras oficiales.
Carlos aprobó su prueba de ingreso con 105 aciertos en 120 preguntas.
Fuente: La Razón
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