Agosto, mes de la patria, llega con diversas reflexiones sobre la gestión de Gobierno y las deudas que ésta carga con diversos sectores. En esta primera entrega, tres expertos analizan los pendientes en temas referidos a las reservas de gas, el problema medioambiental y la educación.
Se acerca el 6 de agosto, fecha en que se cumplen 193 de la creación de Bolivia, y con ésta llegan diversas reflexiones sobre la gestión de gobierno de Evo Morales, quien lleva ya 12 años en el poder. En ese tiempo se lanzaron discursos y compromisos en diversas áreas que, según expertos, a la fecha han quedado rezagados.
Educación, medioambiente, reservas de gas, justicia, seguridad y salud son las áreas identificadas por expertos consultados por este medio, como aquellas que requieren atención de prioridad.
En el caso de las reservas de gas, explica Hugo del Granado, “los últimos años se ha visto una declinación natural de los campos que ya estaban maduros, ligado a una falta de exploración racional y técnica bien pensada”. De ahí que la exploración se ha convertido en un tema pendiente del Gobierno, pues este recurso natural es fuente del principal ingreso de Bolivia.
El ministro de Hidrocarburos, Luis Sánchez, señaló la semana pasada que las reservas de recursos gasíferos convencionales de Bolivia están situadas en 132 TCF (trillones de pies cúbicos de gas), en tanto que las reservas no convencionales alcanzarían los 1.000 TCF, un cálculo que los expertos calificaron como “demasiado optimista”.
A la fecha no se tienen datos actualizados de las reservas de gas, pues el país está a la espera de los datos que lance una nueva certificación que se estima será entregada a fines de este mes.
En lo referido a medioambiente, Cecilia Requena identifica que el discurso del Vivir Bien con el que ascendió Evo Morales al poder quedó relegado. Los últimos 12 años, señala, el “proceso de cambio” promulgó normas para sectores como hidrocarburos (2005), producción de alimentos y bosques (2013) minería y metalurgia (2014), y varios decretos derivados, que atentan contra el medioambiente. Por lo que todo el discurso lanzado como consigna quedó prácticamente anulado.
En el tema educativo, Édgar Cádima considera que hay deudas en diversas áreas. Comenzando por la educación inicial, básica, secundaria y hasta con la formación docente, lo cual impide una transformación de la educación en el país.
Una industrialización y reservas de gas “débiles”
Hugo del Granado / Analista en Hidrocarburos
El 2005, el Gobierno recibió reservas significativas. Lo que han hecho nuestras autoridades en estos 12 años es producir a un ritmo intenso de más de 50 millones de metros cúbicos por día, sin tomar en cuenta que los campos ya tenían, el año 2006, un recorrido de 12 a 15 años de explotación.
Por lo tanto, lo que se ha venido viendo es una declinación natural de los campos que ya estaban maduros, ligado a una falta de exploración racional y técnica bien pensada. Este ritmo ha hecho que las reservas se agoten.
En ese sentido, la calificación que se puede dar a los trabajos de exploración del Gobierno es mediocre. Así lo califican incluso organismos internacionales y esto por la falta de resultado y por haber efectuado inversiones muy grandes en regiones poco productivas. Por ejemplo, como es el caso de Camiri profundo se equivocaron, de igual forma sucedió con Lliquimuni. En el caso del primero, pese a los augurios muy pesimistas que se tenían, el Gobierno decidió seguir invirtiendo en Camiri, por presiones de los comunarios, sabiendo que las posibilidades de hacer descubrimientos profundos eran escasos.
Otro factor referido a la exploración de hidrocarburos que se perfila como un tema pendiente tiene que ver con la política petrolera estatista.
Esto tiene que ver con los obstáculos que las autoridades le han puesto a la inversión privada. Esto ha hecho que a sabiendas de las posibilidades de contar con yacimientos descubridores, que son geográficamente dispersos, no se ha registrado una mayor cantidad de empresas que puedan cubrir estas exploraciones.
Se ha sembrado obstáculos al ingreso de la empresa privada de tal forma que las únicas empresas que han entrado durante los últimos años a Bolivia son dos: Gazprom, la que ni siquiera tiene contrato, pues está como socia de Acero y la otra empresa es ITF, que entró en enero del año pasado. Las otras ya se fueron, como es el caso de Pedevesa, que entró con Petroandina. Si uno hace un balance sobre los trabajos de exploración este resulta de lo más débil y eso tiene que ver básicamente a la política estatista que ha evitado que más empresas entren al país para exploración.
Otra deuda tiene que ver con el programa de industrialización. Se han hecho proyectos muy caros que no son rentables para el país. Es el caso de la planta de Gran Chaco y la planta de Bulo Bulo, que no llegó ni al 50% de su producción, entre otras.
Impagable deuda ecológica del “proceso de cambio”
Cecilia Requena / Activista por los derechos del medioambiente
El presidente Evo Morales se hizo mundialmente famoso por encarnar la propuesta del Vivir Bien, que fue postulada como crítica de fondo y como alternativa al inviable modelo de desarrollo hegemónico.
Esta promesa abarcadora e integral que debía expresarse en una amplia gama de políticas públicas como la energética, agropecuaria, vial o minera no sólo ha sido incumplida, sino que ha sido sistemáticamente socavada.
El viejo patrón extractivista se hizo más fuerte aún, acicateado por una década de históricos precios de materias primas, así como por una falta de visión y propuestas alternativas de desarrollo no depredador. Además fue fortalecido por su condición de fuente de poder político reconcentrado y arbitrario. Así no sólo dejó en ridículo al discurso del Vivir Bien, sino que le sustrajo el alma.
Determinantes normas aprobadas por el gobierno del MAS que rigen para sectores como hidrocarburos (2005), producción de alimentos y bosques (2013) minería y metalurgia (2014), y varios decretos derivados, implican la flexibilización, invalidación práctica o abierta violación de indispensables derechos y medidas que contribuyen a la conservación de una base ecológica sana, más importante que nunca para la resiliencia ante fenómenos con impactos sistémicos cada vez más graves, como el cambio climático.
Han quedado reducidas al papel estrategias y medidas de protección ambiental como las áreas protegidas, los territorios indígenas, la protección de vida silvestre, la consulta previa, los controles ambientales de actividades productivas, o los derechos colectivos a un medio ambiente sano, establecidos en la CPE.
Las inversiones, la deuda, los proyectos y megaproyectos estatales más importantes dan cumplimiento a esta visión ecológicamente inviable del desarrollo, encerrándonos, aún más, en un modelo de desarrollo correspondiente a la mentalidad del siglo XX, que generó, entre otros, los graves problemas ecosistémicos del siglo XXI.
Los bosques, indispensables para los equilibrios hídricos (lluvias) se deforestan. La agropecuaria (incluyendo la coca), la minería, los hidrocarburos y la urbanización descontrolada avanzan sobre áreas protegidas y territorios indígenas, además de contaminar fuentes de agua, aire y suelos. El aire de las urbes es cada vez más contaminado. La transición energética y la diversificación productiva sostenible quedan como asignaturas pendientes para un futuro que no se llega a divisar. Parece impagable la deuda ecológica del “proceso de cambio”.
En educación se tienen deudas en diversas áreas
Édgar Cádima / Experto en Educación
El proceso de cambio tiene deudas en el tema educativo en sus diversas áreas. En la educación inicial, por ejemplo, uno de los desafíos fue abordar esta área de manera sistemática y no me refiero sólo al kinder, sino a la educación inicial que comienza desde el primer año hasta los cinco.
No tenemos espacios para una población tan grande. En países limítrofes se está empezando a dar una importancia tal que entre el 60% y el 80% de la población en esas edades esta asistiendo a centros estructurados y no improvisados que es lo que en gran medida tenemos aquí.
Un segundo tema tiene que ver con la educación primaria. Según datos del Ministerio de Educación lanzados en 2014, sólo el 54 % de adolescentes del país de 12 años se matriculan. Mientras que entre los jóvenes de 17 años de edad del país, sólo un 61% se matricula, es decir, los índices de abandono y de matrícula son bastante preocupantes. No es nuevo este problema, viene de décadas pasadas, y requiere atención urgente.
En cuanto a la educación técnica, ha existido mucho discurso pero poca efectividad. No se han podido instalar talleres y equipos para una formación técnica efectiva. Se ha generado un desorden en la organización de asignaturas y horarios para dar cabida a los intentos de formación técnica en la educación secundaria y los resultados no son los más óptimos. Se ha orientado en realidad no a una formación técnica, sino a una de servicios como el secretariado o la contabilidad.
La educación técnica media y superior sigue los parámetros que se tenían antes orientados a procesos de industrialización tradicional. No se han desarrollado centros de formación innovadores y alternativos que respondan a las nuevas tendencias económicas del país.
También hay una deuda con la dignificación docente. El magisterio no está en una mejor situación que en años anteriores. Más allá de los sueldos y las condiciones de trabajo, lo que falta es la revalorización y la dignificación del rol docente no sólo como un desafío por parte de los propios docentes, sino acompañada de políticas de Estado, tiene que generar condiciones para que los docentes y la sociedad puedan ser valorados.
Por último, hay una deuda con la calidad educativa. Nuestros bachilleres salen con varias ausencias y eso se percibe en los exámenes de ingresos a las universidades. No existe aprendizaje personalizado y en el aula de la escuela existe una verticalidad.
Fuente: Página Siete